¿SE EQUIVOCAN LAS PALOMAS?
Me han alegrado esta mañana. Me ayudaron a hacer una respiración plena y total. Mirarlas, descubrirme a mi acecho y de pronto volar al balcón de enfrente como un poco "alertas". ¿Alertas? Y es cuando recuerdo a tantas y tantas que han pasado por mi vida, que he visto volar, que han llegado a mi balcón. Aquella palomita blanca que mami y yo relacionábamos con el Espíritu Santo por la maravilla de que llegaba a diario a diario sin falta sin falta a nuestro balcón por un poquito de comida, sabedora de que habría allí sustento siempre para ella y tranquila de que no le haríamos ningún daño. No, ella no se equivocó. Y hubo una que mi hermano José, que goza ahora de la Gloria de Dios, quiso ayudar. Inocentemente la metió en una jaula mientras se curaba la herida en una patita. Murió, ¡Qué pena, José! Te dolió, nos dolió, porque ella murió de estrés. ¿Se equivocó ella? Nos equivocamos nosotros, y fue por amor pero nos equivocamos. Todo esto me recuerda la canción de Serrat. Y me