SU TRISTEZA
Dice que está bien, pero siempre lo dice. Veo tristeza en su mirada, preocupación en las arrugas de su frente. Me da toda la ternura de un niño pequeñito solitario en una esquinita de su propia vida derramando lágrimas ácidas. Porque estoy con él, pero en el fondo del dolor como a la hora de dejar el cuerpo terrenal, todos estamos solos aunque estemos rodeados de gente. Su nobleza y generosidad son grandes, conmovibles hasta no más. "Estoy bien, claro que estoy muy bien"... Dice. Dice. Cree en el poder de la mente y su actitud es la mejor. Pero veo su mirada triste, lo veo taciturno y con ese no sé qué en el que quisiera ahondar para ayudarlo. Una mirada triste como la suya causa las sensaciones más inesperadas. Cualquier mirada triste es desolación y desamparo. Su triste mirada inspira toda la ternura que puede caber en un ser. "Los años pasan y pesan"... Me ha dicho en varias ocasiones. Este paso de los años, este peso de los años, derivan en un cansancio muy