LA TORMENTA

 Cómo no sentir, cómo callar lo que el cuerpo grita a viva y sangrante voz, el mirar hacia adentro y ver el caos que se creó sin un por qué, sin una... razón?

¡Cómo no acudir al llamado, a ese llamado del interior, a esa alerta máxima y sacar el sentimiento a pasear!.  No puede ser pasado por alto aunque cause estupor, aunque ese frío mezclado con la arrogancia del viento se clave hondo. Cierras los ojos y queda más fijo, más tenaz en esa locura de imágenes de lo que hubiese podido ser un presagio y se ha convertido en una realidad.  Prestó atención a todas las señales. Solía hacerlo, pero en esa ocasión fue mucho más fuerte. Con miedo, pero transitaba por todo ello. Llovía por dentro. ¡Vaya lluvia! Lluvia seca...



Fotografía de IMGomicia, Francisco
Instagram: @im.gomicia



Estos son los paisajes que dibuja una tarde de vida, una tarde en apariencia como tantas otras. Sólo en apariencia.

 Camila caminaba y caminaba al parecer sin importar lo que se avecinaba, ¡Se veía venir! Y ella sin abrigo y sin pensar sólo caminaba. Enfrente de ella todo, y nada. Bueno, ni sabía qué, no lo podía resumir en su cabeza. Por ese rumbo de rarezas de su mente, esta le jugaba malas pasadas y no sabía ni cómo ni por qué. Esa vida tan llena y vacía a la vez le reclamaba, y ella no estaba ya para reclamos. La cuestionaba, y ella no estaba para eso. Era demasiado ya. Más bien, ella sentía que tenía reclamos hacia esa vida que ahora la atormentaba.


Se sentía un viento frío, la brisa anunciaba lluvia. Comenzaban a caer las gotas y pronto se convirtió en una lluvia tupida que la empapaba. El Cielo lloraba por ella, porque Camila estaba seca por dentro. 


Lo que no podía creer es que todo aquello fuera tan acorde con sus sentimientos, incluso el viento cada vez más veloz limpiaba y le daba la serenidad que necesitaba. A tal punto, que se dejó llevar por sus pasos,  por el viento y por el sonido del mar inquieto y dejaba en pausa sus ideas, nada claras, las dejaba allí hasta que algo pudiera desenredar esa madeja.


Así fue como Camila agradeció internamente esos momentos álgidos, se daba cuenta de que era más fuerte de lo que creía y vivía ese momento de ver los truenos, de escuchar su estruendo, de ver su luminosidad. Lo vivía intensamente, se sumergía en todo ese cuadro.


Comenzó a sentir paz, tranquilidad y a saber que todo pasa por algo. Por algo, ese era el camino, SU camino. De nadie más. ¡Se salvó una vez más! 


Aquella tormenta le dijo lo que necesitaba escuchar, comenzó a fluir a medida que pasaba cada hora en su existencia, recuperó el olfato.


Sí, todo sucede por algún motivo. Los tiempos de Dios son perfectos y así, en un diálogo interno y mudo y en sintonía con la naturaleza, se dio cuenta de que seguía VIVA y que siempre, pero siempre, lo que debía ser constante era su amor por ella misma, de allí partiría todo lo demás.


Si es necesario, se hace una pausa, se baja la velocidad, pero no se abandona la comunicación con la esencia del sentir, como lo hizo Camila. 


                  🌹



Comentarios

  1. Ay Maty, cuánto agradezco tu escrito en este momento... Voy a intentar hacer lo que dices, vivir sin dejar de sentir, solo descansar e intentar que lo que hay a mi alrededor no me afecte. Gracias por tu escrito. Un fuerte abrazo. :)

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    1. Yo te agradezco a ti siempre estar, y justo en este momento te envío un empático y fuerte abrazo. Muy fuerte. 💓❤️🌹❤️🌹❤️

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  2. Esos momentos de tormenta siempre tienen una enseñanza y después de la borrasca viene la calma. Precioso escrito Maty, me encantó. Te mando saludos y que tengas buen fin de semana...

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    1. Qué linda Ana, que te guste a ti significa mucho para mí 😊. Abrazos!

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  3. Siempre se ha de pretender vivir en calma, y considerar la tormenta como una purificación y el recuerdo de que no somos nada.

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  4. Excelente relato Maty, muy bonito. Por muchos obstáculos que se nos presenten en nuestro camino hay que continuar, levantarse y avanzar de nuevo si es necesario, sobre todo por nosotros mismos, los primeros.
    Un saludo!

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  5. Una estupenda oda al vivir en esta época tan cruel
    que nos ha tocado.
    Magnifico relato nos regalas
    Un placer la visita
    Besos y lindo domingo.

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    1. Me encantó tu visita y conocerte, Javier. Me he suscrito a tu blog el cual tengo que ver a fondo. Muchas gracias! Saludos 😊

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  6. Al final eso es lo constante pero que nosotros olvidamos. Dios nos ama a pesar de nosotros mismos

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  7. La tormenta, ese estado que precede a la calma y que parece que nunca va a pasar. Como la vida misma, todo pasa... Me ha encantado leerte.
    ¡Un abrazo gigante, Maty!

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  8. ¡Qué relato tan precioso y auténtico, como la vida misma! Camila no se encerró en sí misma para aparentar que nada pasaba. Salió al exterior, en comunicación con la naturaleza supo encontrar La paz que necesitaba para tomar decisiones. Se sintió viva y tenía que empezar a amarse a sí misma. Después vendría todo lo demás. ¡Qué gran lección de vida, Maty! Mi abrazo.

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    1. María, siempre pareciera que te introduces en la esencia de lo que digo. Muchas gracias, un abrazo que correspondo con otro bien grande. 🌹

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  9. Las tormentas remueven todo aquello que está anquilosado dentro de nosotros, nos recuerda muchas cosas arrumbadas y olvidadas que traemos y nos hacen volver a ese camino al cual debemos ser fiel, el que nos pertenece, gracias Maty por dejarlo plasmado y llevar a reflexionar sobre ello, abrazo grande

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  10. Wow me ha encantado.
    Esas terribles tormentas, a veces destrozan los campos pero también limpian todo...
    Me alegro que todo acabase bien para Camila.
    Abrazo enorme

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