A TRAVÉS DEL TIEMPO

AMISTAD

Es la palabra.

 

De las cosas más bellas de esta vida, poder hablar de AMISTAD y vivirla en carne propia. Un privilegio enorme. 

Él es ABEL, Abel Cárdenas. Trato ininterrumpido desde hace más de 40 años, y a pesar de haberse ido a Japón... Por un año, y haberse quedado toda la vida, casarse y tener un hijo japones. Cada vez, cada viaje un encuentro, como encuentro había a diario en aquel tiempo.  Encuentro humano, no un simple "tropezón". 

Nos conocimos en nuestro sitio de trabajo. Él, uno de los profesores más prestigiados de aquel Instituto. Amigo de todos. Alegre, siempre sonriente, tremendamente hiperactivo. Yo, en la parte administrativa, en  la cuestión de los asuntos culturales de esa institución. 

De verdad que al escribir estas líneas, siento un profundo agradecimiento y una muy especial emoción. Este hombre me ayudó cuando más lo necesité. Así, sin más, sólo porque sí. En una de las épocas más difíciles de mi vida, cuando ni yo misma me entendía, cuando se me salían las lágrimas aún a pesar de las sonrisas. Cuando estas últimas con trabajo se dibujaban en mi rostro. Ahí estaba, ahí estuvo. Siempre, siempre.

Si esto es algo lindo y que agradeceré sin fin, él bien lo sabe, lindo es también haber conservado una amistad que ha permanecido a través y pesar de todo: tiempo, distancia. Cuarenta años (un poco más) se dicen fácil, pero algo precioso en el momento de contar y acumular años siempre que en ellos permanezcan las personas que SON parte de nuestra vida. Acumular trozos de humanidad es un regalo imperecedero que llevaremos hasta el final. 

Antes de tanto avance tecnológico, las cartas. ¡Las cartas manuscritas! Trabajador incansable y también viajero, los encuentros se siguieron dando. Después, estamos al alcance de un "clic", ¡Bendita tecnología! Pero el "clic" no valdría de nada si lo humano no prevaleciera. 

Gracias, compañero de vida.

Hubiese querido encontrar más fotografías, como aquella en que sus amigos asistimos a la despedida previa a su viaje a Japón. Bailando, alegre siempre, con su cabello negro y ondulado. Pero la tengo tatuada en la mente.

Es justamente lo que logra alguien así: quedarse tatuado por siempre.

No puedo más que decir

GRACIAS, QUERIDO ABEL