¿SE EQUIVOCAN LAS PALOMAS?

 

Me han alegrado esta mañana. Me ayudaron a hacer una respiración plena y total. Mirarlas, descubrirme a mi acecho y de pronto volar al balcón de enfrente como un poco "alertas". ¿Alertas? Y es cuando recuerdo a tantas y tantas que han pasado por mi vida, que he visto volar, que han llegado a mi balcón.

Aquella palomita blanca que mami y yo relacionábamos con el Espíritu Santo por la maravilla de que llegaba a diario a diario sin falta sin falta a nuestro balcón por un poquito de comida, sabedora de que habría allí  sustento siempre para ella y tranquila de que no le haríamos ningún daño.

No, ella no se equivocó. 

Y hubo una que mi hermano José, que goza ahora de la Gloria de Dios, quiso ayudar. Inocentemente la metió en una jaula mientras se curaba la herida en una patita. Murió, ¡Qué pena, José! Te dolió, nos dolió, porque ella murió de estrés. ¿Se equivocó ella? Nos equivocamos nosotros, y fue por amor pero nos equivocamos.

Todo esto me recuerda la canción de Serrat. Y me hace recordar que dentro de la sencillez y maravilla que es el vuelo de una paloma, se nos pueden -y quizá deben- ocurrir, o debemos reparar, en muchas circunstancias de esas que, como siempre digo y pienso, pudieran pasar desapercibidas. 

Y todas ellas son, sencillamente, la vida misma.

Y así ha sido este despertar (y sigue siendo), con el canto de los pajarillos que jamás, jamás faltan a anidar en mi árbol, y no se cansan, y no se inmutan, sólo viven su canto, sólo viven su vida, sólo viven la vida. ¿Se equivocan? No lo creo. Viven en su realidad ajenos a todo lo demás.

                  Joan Manuel Serrrat