¡QUE VIVA EL TEATRO!

 Hace muchos, pero muchos años, pude ver la puesta en escena de  Tío Vania, de Antonio Chéjov. Vino al Festival Cervantino una compañía española al Teatro del Bosque, de la Compañía Nacional de Teatro, Ciudad de México. 

En México, la Compañía Nacional de Teatro, con 47 años de existencia, ha marcado pauta en el quehacer actoral.  Es emblemática, pude ver allí a lo mejor de lo mejor de este país. 

En esta oportunidad pude disfrutar en la Sala Héctor Mendoza, perteneciente a esta Compañía, YA NO HAY BOSQUE DE NIEBLA. Es una adaptación de la obra que menciono, Tío Vania, con algunos ajustes pero básicamente es la misma trama y nos lleva por los mismos parajes de la vida que son sin duda parte esencial del existir en los tiempos actuales. Los temas que tocó Chejov seguían y siguen estando vigentes.

Conflictos de familia, y el eterno y constante punto de SER en este mundo. De pasar la vida por alto, o de que esta pase sin mirarla. Vania llega a pensar que desperdició su vida, nada más terrible. Vivir sin vivir, existir solamente creo que puede ser una verdadera catástrofe en un ser humano. 

La vida no les satisface, para decirlo clara y llanamente. Y esta es la desesperación que los actores (magistrales) logran transmitir al espectador. Imaginar que la vida fue en vano, pero cuando ya no tiene remedio, es caótico. 

Permanecen en escena de manera constante en un solo acto (la obra original fue escrita en cuatro actos). Al permanecer, no puede no debe dejar de observar el público lo que hacen los que no están (aparentemente) "actuando", diciendo sus diálogos en el momento, porque sus actuaciones continúan de una manera aparentemente pasiva, momento sin duda para observar todo lo que son sus gestos, sus acciones, sus expresiones. La vida pasar, ellos en lo suyo. La vida seguir, ellos "existiendo"... Pintando cada uno un poco más de su personalidad, de lo que son cuando no están (repito que "aparentemente") en "acción". Ya sea tejiendo, meditando, sin "hacer nada" en alguna pose descuidada. Es un punto más que ofrece esta puesta en escena y que a mí particularmente me gustó mucho. 

Me llamó la atención que dentro de todo esto se toque el tema del medio ambiente y la reforestación, la obra fue escrita en 1898. ¿Ya pareciera que Chéjov lo veía venir? 

Las relaciones sentimentales, el amor no correspondido, es otro de los sinsabores que pasan los personajes. Todo es desazón y zozobra, en Vania el alcohol es un escape. Los problemas familiares,  el desacuerdo por la venta de la finca. Total, que es una obra que no deja de tener vigencia. Entre las variaciones que esta puesta en escena tiene es que el monólogo final que sembraba algo de esperanza se cambia por algo fatídico, una muerte.

Digna de admiración es la Compañía Nacional de Teatro de México, que realiza frecuentemente giras por el interior de la República y también realiza giras internacionales. Ha sido dirigida por grandes maestros y constantemente innovando para recordar siempre que el arte es un alimento del espíritu.

Y sí, ¡Que viva el teatro!