¡QUIÉN SOY!!!
Dicen que me llamo Cris. También me han dicho que tengo unos apellidos. Pero no me explicaron, pero no me dijeron, pero nadie a mí me preguntó. ¿Quién pensó en mí? He pensado que soy la hija del egoísmo.
A nadie deseo lo que estoy viviendo. Nadie imagina. Nadie podría, sólo yo sé lo que es cargar con esta mortal angustia, con esta desazón, con tanta decepción. Me mata este dolor, y de tanto morir me estoy muriendo.
¡Por qué nací, cómo! Cierro mis ojos con la esperanza de encontrar una respuesta, con la esperanza de que al fin el corazón se detenga porque es inimaginable lo que esto carcome, lo que esto duele.
Pensar no puedo, dormir no puedo, vivir no quiero. No quiero abrir los ojos y encontrar lo mismo: el vacío, la nada sin remedio. Ni una sola respuesta, ni el más mínimo consuelo. Abro mis ojos y miro mis manos manchadas de sangre, de mi propia sangre. En mi desesperación debo haberme hecho daño, ¡No sé! Pero nada se compara a este otro daño.
Ellas dos se aman, se aman mucho. Vivo con ellas. Cuando era pequeñita nada me cuestionaba. Jugaba, corría, reía. Ni siquiera me preguntaba por qué les decía "mamá" a las dos. A veces, al decir esta supuestamente "dulce" palabra, volteaban las dos. Entonces, debí aclarar mencionando el nombre de cada una. "Mamá Rosa, mamá Yuri". Pero sonreía... Todavía.
Era yo una pequeñita tierna, me dijeron mamá Rosa y mamá Yuri. Era irresistible. Me comían a besos... Seguían diciendo. Me darían solamente felicidad y me amarían como a nadie más, y me enseñarían que "amor es amor".
Con esto, querían hacerme entender, mover mis pensamientos para verme reflejada en un palacio repleto de sonrisas y mucho amor. Querían que reviviera esa felicidad de mis primeros años, que viera que todo eso "era bueno, que estaba bien".
Pasaba el tiempo, avanzaba mi vida y notaba que no era igual a las demás. En el colegio, muchas niñas no me hablaban. Otras, me miraban raro, muy raro. ¡Me sentía tan extraña!
¡QUIÉN SOY! ¡DE DÓNDE VENGO! ¡POR QUÉ YO, POR QUÉ ME ELIGIERON A MÍ, POR QUÉ, POR QUÉ DIOSSSS POR QUÉ!!! ¿HICE ALGO MALO? ¿SOY MALA, ABOMINABLE, DESPRECIABLE, NO MEREZCO ESTAR AQUÍ? ALGUIEN ME DESECHÓ, COMO SI FUESE UNA BASURA O UN ESTORBO. Y ALGUIEN MÁS ME ACOGIÓ COMO LO MÁS PRECIADO.
¡Por qué no me quisieron quiénes me trajeron a este mundo, por qué! ¡Qué mal pude haberles hecho! Cuánto quisiera tener papá y mamá, como la mayoría de mis compañeras. O algunas otras tenían una sola mamá, o un solo papá. Era algo más normal, al menos a ellas no se las quedaban viendo, no les dejaban de hablar. Pero yo, yo no encajaba. Y yo quería encajar, quería tener amigas y jugar con ellas. Quería ser buena con ellas, quererlas y que me quisieran, pero decían que yo era la "rara" porque tenía dos mamás.
Estaba muy confundida, demasiado confundida porque al llegar la pubertad tenía un amiguito que me agradaba mucho. Un poco más que mucho, diría yo. Pero no sabía si eso era bueno, si era malo, porque algo por dentro me decía que yo tenía que ser como ellas, como mis dos mamás. Ellas se besaban, se abrazaban. Decían que eso era amor.
Ninguna de las dos -me decían- quería perderse la experiencia de "ser mamá". (O sea, yo era "una experiencia, un experimento?)
Sí que me amaban, eso no lo puedo negar. Me amaban mucho. Pero pensaban que ese amor era mejor a lo que me hubiera esperado de haberme quedado desamparada. "Que era mejor tener amor, todo el amor del mundo, a vivir -quizá- con infelicidad o maltratos.
Pero a mí, nadie me preguntó.
Han pasado algunos años, aún me siento rara. Me toca vivir y comprender cosas que son muy difíciles para mí. Me dicen también que el mundo cambia y que todos somos diferentes. ¿Qué querrán decir con ello? Yo sólo veo a mi alrededor mucha amargura en la gente, mucha infelicidad, mucha incertidumbre. Ya no me he vuelto a sacar sangre, aunque sangro por dentro. Y me sigo preguntando, QUIÉN SOY?
Hola, Maty: ¡qué desgarrador escrito! Lo de sangrar por dentro, uuufffff, se te ponen los pelos de punta. Siempre hay que buscar aquello por lo que sonreír, aquello que nos hace felices, buscarlo y amarrarlo bien fuerte para que no se escape, solo eso nos hará vivir y ser libres y ser un poquito felices. Y no cuestionarse justo lo que tú te cuestionas, ¿quién soy? Porque tú eres quién tú quieras ser en cada momento...
ResponderBorrarUn dulce y cariñoso abrazo, amiga Maty. :)
¡Hola querida Merche! Gracias siempre por estar. Concuerdo contigo en la cuestión de ser felíces, alegres. Pero mira, aquí yo no me cuestiono a mí. Es mi protagonista, quien vive una situación que, aunque cada vez es más común, ella padece. Y es una situación real. Yo por fortuna en este momento de mi vida, vivo a plenitud. Pero hay algo que siempre he pedido: como dice la canción, "que el dolor no me sea indiferente". Afortunados quienes podemos vivir de una manera linda, pero la otra cara de la moneda existe y no se puede negar. Es lo blanco y lo negro de todo. Te mando un fuerte abrazo, gracias por preocuparte. Yo estoy bien, pero me duele el dolor de los demás.
BorrarYo querría creer que el mundo cambia, pero a mejor. No tengo muy claro que en esta clase de mundo en el que vivimos, podamos ser quienes de verdad somos. En según qué contextos lo veo incluso una imposibilidad. Suerte.:)
ResponderBorrarExactamente así lo percibo Cabrónidas. Muchas gracias ☺️
BorrarEspero que esa situación se entienda normal y los niños en esa situación no se vean como bichos raros. Un abrazo Maty
ResponderBorrarSí Federico, ¡Por un mundo generoso para todos! Un gran abrazo
BorrarMe ha gustado mucho tu manera de plantear este dilema, para una persona que ha crecido en este ambiente y crece con las diferencias que supone frente a los demás. Ojalá no hubiera miradas diferentes para cada tipo de familia. Es triste vivir esa angustia, por culpa de los prejuicios y la presión de otros.
ResponderBorrarLeí a media tarde tú relato y ¡lo perdí de vista! Me alegra haberlo encontrado, para poder dejarte mi comentario. Un saludo
¡Qué bueno que lo encontraste, porque así te pude conocer y suscribirme a tu blog! Gracias por tu comentario. Ojalá, de verdad, haya cosas mejores para todos. Un gran saludo!
BorrarPero ya te están preguntando... al menos
ResponderBorrar¡Y qué seguirá después, Alí! Te mando un abrazo en Cristo Jesús, a quien tanto amamos.
BorrarEs extraordinario tu relato, yo diría que por partida triple. Primero desvelas como quien deshoja una margarita los orígenes de la protagonista en este mundo. La niña se cuestiona de dónde viene, cómo o por qué nació incluso.
ResponderBorrarSegundo, ella se pregunta "¡Por qué no me quisieron quiénes me trajeron a este mundo, por qué! ¡Qué mal pude haberles hecho! Cuánto quisiera tener papá y mamá, como la mayoría de mis compañeras". Claro que sí, esa es una reacción propia del ser humano que ninguna tendencia de moda sobre tipos de paternidad o de unidades familiares puede cambiar. Intentan cambiarnos, eliminar creencias aferradas en lo más hondo de nuestro ser, eliminar aquello que tenemos como esencial los humanos, que es nuestro ser profundo, forjado en el vientre de una madre y después del nacimiento, condicionado por algo genético, que de forma natural late en nuestra mente.
Lo tercero es que, en realidad, el mundo no cambia si no es porque nosotros queremos cambiar. Es la gente corriente, la inmensa mayoría en el mundo, la que no debe permitir que la obliguen a cambiar. Quien quiera hacerlo es libre pero que no destruyan la libertad de los que no piensan igual.
Y es que estamos inmersos en una censura atroz, la que nos impone nuestro pensamiento manipulado, que no nos permite volar libres porque nosotros mismos nos cortamos las alas.
Gracias por compartir una reflexión tan honda que enfoca directamente a la realidad.
Enhorabuena Maty.
Triste historia, llegará el día que no se vea como algo raro, antes en mi época de niña se veían así a los hijos de divorciados, y eran estigmatizados por una gran mayoría, que juzgan sin sentido, o por miedo a lo desconocido. Muy bueno que lo hayas sacado y des luz a una situación que es parte de la vida actual. Abrazo grande Maty
ResponderBorrarSí Themis, es lo que se vive ahora. Recordé con tu comentario la estigmatización de los hijos de divorciados, es verdad. Lo que me duele es que hay gente que sufre. Te mando un fuerte abrazo.
ResponderBorrar