LOS RECUERDOS

Recuerdos... Un documental lleno de evocaciones y vivencias que me despertaron estos sentimientos.

Los colores sepia hacen eco de un sabor dulce y amargo a la vez, tristeza y alegría en la voz de cada persona que comienza a narrar alguna memoria que enfatizan y de gran manera, que son parte de su tiempo presente.

Y al tener que ver con cosas crudas, como la guerra que les ha alejado de sus hogares, que les ha hecho perder seres queridos, con la perspectiva del tiempo transcurrido nacen las imágenes con unos tonos languidecidos, tonos y música que transportan sentimientos a lugares remotos pero bien presentes, de la memoria.

De mi memoria también. Eso, se agradece. Cómo he recordado las largas horas de sobremesa escuchando a mi papá en cosas tan parecidas como las que esta noche he escuchado. Desde muy pequeña me encantaba oír a los mayores, los admiraba enormemente. Igual que ahora, claro, pero desde la dimensión que da ser una pequeñita de escasos años en aquellos ayeres, ávida de las experiencias de todas esas personas, imbuida en sus maneras de vivir, en tanto plasmar en esta tierra, de tanto llevar a flor de piel sus recuerdos. Son vivencias,  lecciones, esperanzas, dulce y amargo. Pero era un mundo naturalmente fantástico e introducirse en él era una auténtica maravilla. Lo imaginaba todo y también el olfato se desarrollaba al punto de sentir esa arena de Marruecos y el dolor por ver a esas viejecitas amenazadas por los jóvenes soldados sin vocación, sin ideales y con la única intención de hacer daño quizá para de esta manera hacer un poco de lado su cruel realidad: la vida en juego, nada más y nada menos.

Más colores pero pálidos ahora, imposible no viajar en esas mentes y en esos ánimos de muy adentro.

Encantadora la reflexión con la que adorno de manera especialísima mi percepción de esta magia: la señora que menciona que si bien les ha tocado mucha tristeza, también lo sucedido en sus vidas tiene riquezas, enseñanzas y un lado positivo maravilloso. Este es el poder que tiene un alma limpia y generosa, transmutar a positivo y bello todo aquello que en un inicio pudo no serlo.

¡Recuerdos! Sonrisas y resignación pintadas de alegrías también, evocaciones de un ayer que no morirá nunca, que permanece intacto. 

Nunca morirá, en verdad. Jamás podrá irse a ninguna parte, aún cuando los protagonistas se hayan ido. Porque quedan, quedaron para siempre y los traslado a este presente perpetuo en el que vivo y en el que mi  niña interior, esta chiquita a la que aprendo a amar cada vez más, agradece como milagro de vida a todos esos mayores que le contaban su vida haciéndola objeto de veneración y una remembranza cálida a pesar de no haber estado allí. Y de haber sacado de todo eso la firme ilusión de tener una vida con un principio y un fin, cuando sea que este llegue, con plena conciencia de haber transcurrido en los tiempos y en los espacios con todo lo que soy.

Quedo muy agradecida y con sensaciones dulces muy potentes en el alma.