ESTAR AQUÍ

 En el camino de la vida, en este que ahora ven mis ojos, ahora que mis pasos son más lentos, sin duda son más certeros también. ESCRIBIR ES VIVIR.  

Plasmar aquí, en lo que antes solía ser un papel, un cuaderno, una libreta, incluso una servilleta con un lápiz o un bolígrafo, la cantidad de emociones que fluyen en estos momentos, es un lujo y una bendición. 

Cuando lo hice en el pasado en esos cuadernos que bien a bien no he vuelto a abrir por varias razones (incluso debo averiguar bien a bien cuáles son estas), era lo que ahora: VIVIR. Sin embargo, ahora adquiere una connotación diferente. Se trata de que lo puedo compartir.

¡Y yo pensaba que esto no era tan significativo! Pero ya lo dijo el actor Alberto Estrella el otro día en la lectura de poesía en su Círculo Teatral: "si todo esto que escribimos NO lo compartimos, NO SIRVE ABSOLUTAMENTE DE NADA. Así lo dijo, tal cual. No sé si pensarlo así  categóricamente, no sé. Lo que sí puedo afirmar es que el hecho de que alguien más tome una copa del vino que hay en mi mesa, el hecho de que alguien coma del pan que amasé, sabe bien. Sabe muy bien.

Aquí se dejan pedacitos de vida. Cachito a cachito, seguimos construyendo todos una vida nueva. La vida que va corriendo, pues. La que estamos transitando en este viaje, en este tren. Y hacerlo juntos es lindo. Muy lindo.

Estoy pensando en unas bellas personitas, todas ellas autoras (autores) de su propio blog. Y escribo esto justo después de haberme emocionado con lo que me han escrito en sus últimos comentarios. ¡Somos tan afines! Sé que nos entendemos a la perfección, todos con esa necesidad de plasmar, de dejar aquí para ti, para mí, para sí mismos y para todos finalmente.

Es una manera de agradecer la vida, de dar testimonio de presencia, el deseo de compartir y también de recibir, (esto recién lo descubrí). Sí, sí hace bien una lectura, el tiempo del otro sumado al propio. 

Diálogos internos, diálogos con otros, monólogos también, escudriñar en lo más hondo cuando algo se empeña en el silencio, o bien a voz en grito decirlo todo, o... Casi todo.

La autenticidad es una buena marca. Es el sello. 

Soy todas las que están. La del ayer, la del presente perpetuo que vivo a plenitud. A veces risas o lamentos, nostalgias o alegrías rotundas de todo lo que me conforma. La de siempre, la misma pero con amor en crecimiento, aprendiendo a vivir con el dolor y las ausencias. Esto, esto es VIVIR. 

¡Gracias vida!