LAS CALLES VACÍAS

 Asfalto, a veces. A veces tierra. Calles al fin, calles y más calles mientras camino y sigo caminando, no paro de caminar. Sin prisa, eso sí. Es de madrugada y en algunos tramos la obscuridad es tremenda. 






Un saco muy largo me cubre, me arropo en él con los brazos cruzados, zapatos cómodos para permitirme semejante lujo. La bufanda calientita hace eco con mi respiración, a ratos pausada y a ratos acelerada,  dependiendo del ritmo de mi andar. 


Concedido pues ese sueño de ver la noche, mi noche. Mis noches, todas, son en mi cuarto, en mi templo, en mi guarida, con aroma a rosas o a lo que me plazca, con la luz de la intensidad que yo decido, con música que me hace vibrar, vivir y volver a vivir. Recordar, amar. 


Aquí es diferente, he dicho que ese sueño habría de cumplirse: caminar en una ciudad tortuosa y a veces desprovista de la más mínima gotita de piedad debido a los transeúntes, pues a esa altura de la madrugada si te encuentras a alguno, puede ser de peligro. ¡A quién se le ocurre salir a caminar a esa hora! ¡A mí, amante que soy de la noche, de la vida, de caminar! ¿Y por qué no sentirme libre enteramente y apoderarme de todas esas calles, hacerlas mías y partícipes de mi locura? ¡Locura! Con qué derecho se le puede llamar "locura" a eso tan sencillo como tomar mi libertad por los cuernos y usarla para algo tan simple y tan mío como es ir por esas calles en una madrugada en época decembrina.


Decidí que el miedo, si quería acompañarme, sería mi cómplice. Imposible no sentirlo en una ciudad como esta, en un mundo como este tan loco, desquiciado y convulsionado. ¡Pero tengo derecho, son mis calles, mías! Días de fiesta, alguno que otro pasa en su carro haciendo ver que ha tomado suficiente licor como para poder embarrarse en cualquier momento. Ese no es de peligro, está de fiesta y maneja con una mano mientras con la otra sostiene su botella, aparta imprudentemente los ojos del volante para echarse otro trago así, como si fuese el último día. 


Sólo se escucha el roce de mis pasos raspando ese piso, empolvándose con esa tierra. No he querido usar los audífonos, en esos momentos doy pausa a la linda música que normalmente me acompaña para escuchar los ruidos del silencio, de algunos otros pasos rápidos de quien solitario como yo, sabe la hora que es y me mira como de reojo, él sólo quiere llegar a su destino. 


Yo, quiero más. Quiero que mi camino sea mi destino. Quiero caminar siempre y hasta mi último segundo sin parar, quizá sólo bajo el ritmo para darle un trago a mi termo con café. ¡Qué delicia mi bebida favorita acompañándome en esa travesía! Y el miedo, me dice que no tema. Así, paradójicamente susurra "lo que ha de ser, será... Lo que es para ti, llega. Si no, no se ha de asomar. Tú sigue tu camino que te acompaño,  pero cada vez notas menos mi presencia".


Y es así, al avanzar en esos pasos que me hacen sentir la vida en todo su esplendor, voy olvidándome de que va conmigo y tengo más en cuenta mi bebida de café calientita y traviesa diciéndome que va conmigo como si estuviésemos en la cama, como todas las demás noches. Pero no, hacemos camino y cada segundo se torna más placentero al sentir el roce de ese vientecillo tan frío, tanto como para casi no sentir ni la punta de mi nariz. Miro complacida todo lo que me rodea, si el momento es de obscuridad mi imaginación sale a flote pensando en  algún vagabundo habitante del banco de por allí, si aparece la iluminación la miro como si la farola fuese la luna, y resplandece en mis ojos recordándome que sí, que estoy en mi ciudad y que voy bien en mi camino, en la dirección correcta.


La dirección correcta es esa que a diario me indican mis zapatos. Esta vez quieren trotar y trotar y es un goce increíble. Único. La noche es mía, hago esto con esta vida que es MI VIDA. 


Me cansé de tener miedo de hacer esto, y lo invité a salir conmigo. Por una vez no lo pensé más, por esta vez estoy plena deambulando y mirando y mirando. Miro hacia el suelo y están mis zapatos a trote, sin prisa pero sin pausa (así decía mi papá). La luz que me ilumina, me recuerda que siempre hay esperanza. Cuando está obscuro, sé que llegará otro poco de luz, y otro, y otro.


La vida es plena cuando la tomas de la mano y le dices que le das las GRACIAS por todo lo que te está regalando, más en un momento así. 


Alguna carcajada que escucho me recuerda nuevamente que no soy la única en esos pasos. Otro traguito de café me complace. 


        *******************


No sé cuánto tiempo ha pasado, pero el suficiente para haber recorrido ya más de la mitad del tramo que deseaba.  Estoy en éxtasis, viviendo como siempre quise, en éxtasis. Disfrutando como siempre lo he hecho, hablándome de tú con las sensaciones (a veces indescriptibles). Viviendo, viviendo! 


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Comienzo a sentir un letargo y una sensación de bienestar cuando, con los ojos aún cerrados, siento que mi gatito ronronea muy cerca de mi cuello pero me niego a despertar y dejar de vivir esa maravilla tan anhelada por mí.  Mis calles vacías, mi termo de café lleno. Plenitud, totalidad.



QUIERO CUMPLIR ESTE SUEÑO, QUIERO CUMPLIRLO, QUIERO QUE SE HAGA REALIDAD, MÁS DE LA QUE YA ES, QUE LO ES! ... MÁS AÚN.


Gracias Vida! 


Comentarios

  1. Un relato lleno de sueños, y nunca mejor dicho, buena narración. Un abrazo. :)

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  2. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Saludos

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  3. Un sentimental relato lleno de vida para ir detrás de tus propios sueños. Enhorabuena por trasladar tan buena vibración. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO

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  4. Con ese traguito de café, gracias y gracias a la Vida.
    Me ha encantado. Abrazo

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  5. Puedo asegurar que es una delicia mezclarse con la noche paso a paso. Un bonito sueño. Un abrazo 😘

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  6. La noche es más segura que el día; siempre hay tipos como Batman o Daredevil velando por nuestra seguridad.:)

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  7. Que no se quede en sueño querida Maty...hay que tomar las calles por asalto y como dice la canción de Raphael: ¿Qué pasará, que misterio habrá? ¡Puede ser mi gran noche! Me super-encantó, saludos...

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  8. Siempre he dicho que debemos correr tras nuestros sueños. Pero, si no los alcanzamos, bueno... ¡Al menos hemos hecho ejercicio!

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  9. Me ha gustado mucho esa sensación de libertad, ese deambular por la noche sintiéndose libre, plena. Y poder llegar a casa con la felicidad de un sueño cumplido, que no es más que pasear sola respirando el aire de la noche.
    Un beso, Maty.

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  10. Siempre hay que luchar por nuestros sueños, aunque muchas veces nos impidan el camino como esas noches donde es imprudente caminar por el peligro que conlleva. Me ha gustado leerte.
    Un abrazo gigante¡

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