ÁRBOL SINTIENTE
Soy VIDA, VIDA PURA. A veces se abre el asfalto por la tremenda fuerza de unas raíces cada vez más fuertes dejándolas ver grandes, robustas, imbatibles. Así de arraigadas a la tierra se encuentran, con esa certeza de todo lo que deben sostener: la envergadura de un personaje bárbaramente hermoso. Gigante, imponente. Se sabe bello, se sabe único. Y sabe también tantos y tantos secretos! Uh! Cantidad de secretos! Desde el perrito que con su gracia natural alza la patita para dejar allí sus orines sabiendo que ese gigante ni se ofende ni se inmuta, hasta quien sabiendo a ciencia cierta de la fuerza y energía que es capaz de transmitir y se abraza a él en pos de una transfusión de naturaleza, de vida y de la salud que ese gran amigo le proporciona.
Y es lindo escucharlo cuando dice lo que siente:
Mis hermosas hojas comienzan a caer. Se mecen siempre impávidas y están felíces con la vida que les tocó. Llegan a palidecer y caen en el otoño, crujen bajo las pisadas de aquellos que gozan Octubre de esta manera.
Escucho con santa paciencia las confesiones de quien, en su tristeza, deja caer algunas lágrimas por ese amor perdido.
En otras ocasiones, recibo amoroso las cenizas de lo que fue un cuerpo en este mundo terrenal, porque hubo quien sintió que allí estarían seguras por los siglos de los siglos, haciendo así un homenaje a ese ser amado que sabía que en polvo se convertiría.
Es amoroso hogar de esos pajarillos que me convierten en su casa y en el nido que fabrican con una dedicación que sólo ellos pueden, palito por palito, hasta lograr la camita de lo que serán sus crías. Saben bien que este árbol majestuoso los protege, cuando llueve intenta protegerlos. Aunque ellos, en su inteligencia natural, saben en dónde están seguros. Y es justo allí, entre esa cantidad de ramas que en ocasiones parecen estar llenas de misterios. En esas hojas tan tan verdes que con el Sol parecieran sonreír, con el atardecer quisieran meditar y con la noche solamente piden que la luna los bese y les haga saber que también valora su presencia.
¡Maravilla de naturaleza! Y soy parte de ella... Musita el árbol. Doy oxígeno, soy majestuoso y buen anfitrión, puedo estar aquí cinco eternidades recibiendo tantas lágrimas como confidencias. Vientos furiosos me han hecho moverme con inusitada fuerza, pero sigo de pie.
Lamentablemente tengo hermanos que son víctimas de la tala, y cada vez que un humano atenta contra todo lo que nosotros significamos no solamente nuestra naturaleza de seres vivos se siente martirizada, sino que en algunos lugares se habla de maldiciones. Porque somos vida, porque damos vida y porque no nos doblegamos, mas es el humano quien atenta cual ser obstinado y prepotente, sintiéndose el dueño del mundo, quien atenta contra nuestra vida. Sin entender que somos vida que sólo da vida. Y amor, y por si fuera poco, ornato.
En una ocasión se acercó a mí una niña-mujer que quiso hundir sus pies en la tierra mojada que cubría mi raíz, había llovido mucho. Quitándose sus zapatos se hundió en mí. ¡Cómo hubiese deseado poder extender mis ramas a voluntad cual brazos que la hicieran sentir muy amada por mí, muy cobijada, con todo y el frío que estaba haciendo. Pero ella lo sabía, sabía que en mi naturaleza la amaba de una y mil maneras y, a falta de brazos, mi galanura se vestía del amor que en ese momento estaba necesitando. Tanto, que permaneció allí horas, horas.
Aquí estoy siempre, no me voy. Yo por lo menos, estoy ubicado en un lugar en que el afán y soberbia del humano que se siente Dios para poder terminar con mis hermanos. Mi lugar es de privilegio, a la vez que desde aquí seré testigo de tristezas y alegrías. De la tala de tantos hermanos. Del delincuente que abusa del más débil.
Testigo soy, pues, de la vida. Vida soy.
Un hermoso homenaje al árbol, sin duda si pudiesen decirnos algo, serían todos esos sentimientos, esos pesares y esa vida que transmiten a todo aquel que lo observa, que lo abraza y que lo respeta. Un fuerte abrazo amiga.
ResponderBorrarOtro abrazo para ti con mi agradecimiento de siempre, querida Mar.
BorrarHola Maty! Soy Ana Piera pero no me deja comentar con mi perfil. Precioso relato! Me gustan mucho las imágenes mentales que evoca. Un gran mensaje de respetar a la naturaleza porque somos uno con ella. Me gustó mucho!
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Borrar¡Cómo me alegra que te haya gustado Ana! Te dejo un abrazo grande 💐
Por algun motivo raro Tolkien parecia mostrar a los arboles como un tanto villanos o al menos un poco resentidos contra los humanos.
ResponderBorrarY si la tala de arboles es la guerra declarada contra estas magnificas creaturas.
La madera como material basicamente ayudo a que nos civilizaramos
no lo se.... los arboles son como nuestros hermanos mayores.
Tendremos que descubrir otros materiales
Sí, duro y difícil discernimiento, contraposiciones inevitables en esto del vivir las cuestiones que se nos presentan.
BorrarAgradezco mucho tu visita y comentario 🙂
Nos dan vida, embellecen el entorno y se lo pagamos con fuego. ¿Habrá alguna forma de vida en algún lugar que merezca menos que el ser humano?
ResponderBorrarSería, Cabrónidas, un lugar que primero tendríamos que inventar mentalmente, luego darle forma y así de a poquito ver si un acto de magia nos cumple ese sueño de tener un lugar amable.
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