HOMBRE APESADUMBRADO


Un ser humano, otro ser humano. Dos seres,  finalmente. La vida con sus sorpresas de nuevo los junta. 


Llegó un hombre casi derrotado,  casi. Decía que apenas se iba reponiendo de veinte años de total obscuridad y de un largo tsunami en su vida, largo y patético, ahogo constante,  que algún episodio de su caminar provocó. 





Le abrieron la puerta que tocó después de tantos años y comenzó un desahogo que decía, sentía, era necesario para su vida. De alguna manera, sabía que ahí encontraría refugio.  Necesitaba que todo lo que esos veinte años acumuló (en emociones, en sentimientos, etc)  recayeran, hicieran eco en un ser humano. Y justamente, ese ser humano, porque bien lo conocía y sentía, pensaba que lo podría comprender. 

No se equivocó porque encontró calor humano, después de tantos y tantos años. Encontró oídos y alma abiertos a su situación, a su vida. En honor a recuerdos comunes, a algo que se construyó, encontró el camino para ese desahogo. 

Y comenzó su relato, que no sabía bien cómo empezar. 

Lo que le sucedió, no se le puede desear a nadie. Es inimaginable poder cargar en las espaldas y en la conciencia con algo tan pesado. Años de una "vida loca", que traen como consecuencia una "resaca" dificilísima de curar. Muy dura realidad la de quien olvida todo lo que existe alrededor. Era como si en el mundo, sólo existiera él. ¿Todo lo demás? Olvidado, relegado, ocupaba un último término. Lo que él llamaba sus "prioridades" ocupaban todos sus sentidos. Una vida disipada que a lo largo del tiempo pasó factura. ¡Y qué factura! Se olvidó de los más vulnerables. 


Es en realidad impensable que eso hubiese sucedido. Supuestamente sabía el camino que debía seguir. ¿Qué fue lo que pasó? Quizá pensar que la vida "es una sola, hay qué vivirla". ¡A saber! Quizá ni él mismo lo sepa. 


Sembrar dolor en cada ser humano que se acerque a una vida no debe ser algo sencillo de asimilar,  de procesar. Debe ser realmente difícil darle cauce, colocarlo en algún sitio del almacén de los recuerdos de la vida y poder continuar.


Todo era gozo, placer, egoísmo en último grado, desenfreno, todo sin medida. Rienda suelta a los instintos, a la autosatisfacción, a la carne. 


De pronto, la vida le da una sacudida de la peor manera y comienza su calvario. Fue como despertar de un largo sueño y encontrarse de golpe con una realidad.  Duro, durísimo. Veinte años de zozobra, de no saber ni por dónde caminar ni cómo respirar, ni para dónde mirar. Lo martirizaba su mente. Lo dije, sí, un costo carísimo. Nadie hubiese querido estar en su lugar. Demasiado, fue demasiado. Tan hondo se cae en este mundo a veces que sólo algo muy fuerte nos hace reaccionar. 


Al final de un camino tétrico algo le hizo comenzar a perdonarse y tratar, tratar de valorar el hecho de estar vivo. Disfrutar las cosas pequeñas de la vida, una especie de autorredención. Todo ser humano merece una segunda oportunidad, especialmente si se ha dado cuenta de que desvió sus pasos y cambia su actitud arrogante por una de humildad sincera.  Habrá altas y bajas, como la vida misma. Pero existen el amor y la misericordia divinos. Falta un gran camino por recorrer, reparar día a día. Pero mucho se ha logrado ya. 


Y...


Humanos somos y en el camino andamos. Bien pronto dio con la puerta en la nariz a quien estuvo para él. Nadie cambia, no completamente. A pesar de todo, así lo hizo. La vida nos da lecciones constantemente, a veces a través de terceras personas. Aprendemos hasta aquellas cosas que no debemos hacer. Aprendemos que, de aquí, sólo nos llevaremos el amor que hayamos dado. ¡Nada más! Es importante estar con los ojos bien abiertos y expectantes para que no se nos pase ni un solo detalle de esta película que es nuestra vida. Estamos subidos en un escenario, cada día empeñarnos en ofrecer lo mejor. 




Y la vida sigue. Se nace, se muere. Se gana y se pierde. Tropezamos de nuevo con las mismas piedras, la perfección en este mundo, no existe, pero es difícil entenderlo.  ¡La vida es así! La condición humana es así. Los seres humanos somos limitados. 


Por eso...



Ama, que no te importe nada más... 



Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos, y con el amor los errores de nuestra moral.

              José Ortega y Gasset
















Comentarios

  1. Nunca mejor dicho "la vida sigue" con nosotros o sin nosotros, estamos de paso y hay que vivirla siempre lo mejor posible. Las segundas oportunidades existen si ambos ponen de su lado. Siempre me dejas pensando. Besos amiga.

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