PELÍCULA QUE HUELE

Te ha sucedido el poder sentir olores, diferentes aromas al ver un filme?

La vida precoz y breve de Sabina Rivas

Tomada de Pinterest, Videocine, editada por Maty Marín. 

 El olor y el sabor de la derrota de cada día y de cada ser. ¡Cuán miserable puede ser la vida!

¡Qué culpa tiene ella! ¡Ellas! Las demás chicas, todas menores de edad, que sólo desean una mejor calidad de vida y en aras de eso caen en manos de grupos delictivos (crimen organizado),  de tratantes de blancas. El famoso "sueño americano" pero... Terrible el paso por México, por el México más cruel que puede haber en las regiones más bajas de la geografía física y la del alma negra de quienes no conocen la luz. Pueblos perdidos, un mundo perdido. Sin esperanza, sin principio ni fin. Me suena como una de esas pesadillas que parecieran eternas, que alteran el ritmo cardíaco y no terminan y no terminan y no terminan mientras tú sufres con ellos, mas nunca lo que ellos.

Es necesario, indispensable NO ESTIGMATIZAR a los grupos de migrantes. Hay realidades profundas y más que crueles. La realidad está allí, y así como Sabrina, que en este caso es una chiquilla hondureña, ¿Cuántas más como ella? Y todas, todas sin excepción son un poco hijas nuestras. Atrapada por las mafias en la frontera entre Guatemala y México. Ahí comienza su calvario, en el paso por México. Sin contar con que viene de realidades familiares nada envidiables de abusos sexuales y depravación. 

Olor a aguardiente, a sobaco, a putrefacción y a zozobra. Esto sí que puede oler a través de una pantalla. La prostitución. Las drogas. 

La vida miserable de quien se corrompe hasta el tuétano para sobrevivir. Desde el primero, hasta el último. Se pinta una realidad despiadada que traspasa, y la tortura es desde el principio hasta el final, no se pueden despegar los ojos de la pantalla. 

Arriesgar a cada segundo la vida. Una guerra de todos los días. Asesinatos a mansalva. Incesto. Asco y miseria. Sabrina es violada y es golpeada por uno de sus "manejadores", vestido de policía. 

Y de pronto las luciérnagas alumbrando el panorama de una matanza ignorantes de todo... Sólo alumbran porque eso es lo que tienen qué hacer, lucen pavoneando su hermosura como burlándose, como haciendo ver que ellas son ellas donde quiera y como sea. Pero no, serían incapaces de burlarse si pensar pudieran. La burla es de esas tristes circunstancias. Los parajes hermosos que aparecen se ven enlodados por la realidad cruel. 

No saber en qué momento la cruda y patética violencia te clava una daga. Y es así, un rodar imparable de sangre. El haber nacido en eso, el no tener oportunidades. 

Paisajes sombríos que saben a desesperación. Obscuridad, la negrura no deja ver. Aún en un día soleado surge esa misma obscuridad. Sabina Rivas no conoce otra vida, no tuvo otros senderos qué andar. La vida la puso allí en su deseo de mejorar. La musicalización te hace estar allí. Y estar allí, en verdad, no es de lo mejor que a nadie puede suceder. 

Cuánta miseria y putrefacción, OTRA de las caras de la vida, OTRAS realidades de inmundicia, dolor, crímenes. La muerte acecha a cada paso. Vender el cuerpo es casi (casi) lo de menos cuando la vida es miserable, cuando ya está vendida a los infiernos. 

El INFIERNO no puede ser peor que las nauseabundas realidades que se plasman cuando se quiere pintar una realidad existente, cuando hay quien puede palpar lo que se vive en el inframundo y desea dejar testimonio de que esta vida NO es color de rosa. Eso es lo que los cineastas han hecho: dejar testimonio de todo esto. Hacernos saber que está ocurriendo. Ver lo terrible que es que cada una de esas pequeñitas se acostumbra porque así se lo exigen sus circunstancias, a quitarse la ropa enfrente de asquerosos tipejos que las tocan con sus rasposas y asquerosas manos tratando de saciar sus instintos animales (con PERDÓN sincero para los animalitos, quienes no razonan, quienes forman parte del entorno sin hacer daño y se sacian porque así lo dicta la naturaleza). Parecieran las pequeñas niñas no sentir nada, hacerlo como máquinas. Sus cuerpos aún no se terminan de desarrollar y ya pasan por las penetraciones más dolorosas en más de un sentido. Y cuando en el cabaretucho les brindan la "oportunidad" de bailar y cantar se sienten como "escalando", como si de allí fuesen a brincar a un escenario real y realizar sueños increíbles. 

Basada en la novela La Mara, de Rafael Ramírez Heredia (ganador del Premio Juan Rulfo). 

Que la lágrima que rueda al finalizar el filme por la mejilla de Sabrina nos sepa a la sal que arde, que nos arda esa inmundicia para NUNCA permanecer indiferentes.