LA TERNURA DE BENEDETTI
Mario
Mario
Tierno, bello
Y aquí te tengo, en mi librero y en mi alma, por supuesto.
Mario Benedetti
Hombre bello, bellos pensares, sentires, refleja parsimonia y ecuanimidad no obstante sus escritos en los que a veces, algunas veces, se pronuncia políticamente. Todo lo demás es amor, es sentimiento, es vida, es emoción. Simple y sencillamente por LA TREGUA ya tengo para agradecerle eternamente. Libro que leí y volví a leer, releí y pienso seguir haciéndolo. Sacó de mí lágrimas que curan, que purifican, que limpian y emocionan. El paréntesis en la vida de un hombre cuando vive lo más bello de su vida a una edad en que ya no esperaba enamorarse de esa manera, es el argumento. Las sensaciones y lo profundo de las aparentemente sencillas situaciones hacen ver que la vida es dura, pero puede tener regalos maravillosos. Y una profundidad, que solamente hace falta tener abierto en canal de las emociones, y sentir cómo se eriza la piel. Constituye una ESPERANZA también.
Y así enamorada vivo yo de su recuerdo, cuando pude verlo personalmente en varias ocasiones. Pero de estas varias, UNA en especial me ha marcado, vaya que me ha marcado!
Suerte, infinita suerte la mía. Una firma de libros (no era la primera) en la que ya no tuve qué repetirle mi nombre. Desde la primera vez que estampó su firma en uno de los libros, él me dijo que me llamaba "como su madre". Por tanto, las siguientes veces le decía eso mismo, salía de él una sonrisa dulce y ponía "Para Matilde".
Pero, decía, aunque esa lectura fue maravillosa, cuán maravilloso sería lo que sucedió antes. Después de la firma, me metí a tomar un café. Sorpresa: él se encontraba allí con la organizadora del evento, platicaban. Yo, en la mesa contigua. Si me hubiese esforzado un poco, hasta podía haber escuchado lo que hablaban. Pero no, no se trataba de ninguna manera de irrumpir en su privacidad. Bastaba con escuchar el timbre de su voz.
Era un café muy pequeñito, casi mágico y muy acogedor. Yo había pedido mi pastel favorito, de chocolate, y un café. Debía honrar con todo la ocasión. Y escribía yo en esos momentos lo que estaba viviendo, sintiendo. Sabrá Dios en cuál de mis libretas de apuntes habrá quedado aquello, me gustaría revivir la emoción que seguramente salió a flote en cada palabra, pero no importa: lo que tengo en mente y corazón no lo cambio por nada.
Era ese hombre que tanto me había emocionado, al lado del que yo tomaba el café que por ahí leí que él calificó de "yankee". No importa, lo perdono... Me encanta el café, qué le voy a hacer. Y transcurrió una feliz hora. Sí, más de sesenta minutos viviendo aquello: su voz pausada, sus gestos, la ternura de su mirada, la sabiduría que le dieron sus bien vividos años y que honraba él con su sencillez. Momentos imborrables, momentos únicos.
Y dijo así, en una de mis frases favoritas:
"Me gustaría pasar el resto de mis días con alguien que no me necesite para nada pero que me quiera para todo".
Cómo no amarte, Mario!
Wowo me dejó Sorprendido. Sin palabras
ResponderBorrarQue suerte haberlo conocido, la verdad es que sus poesías son puras. He leído últimamente La Tregua y es un libro que te descubre mediante consejos como apreciar todos esos momentos de la vida, me encantó por su simpleza y al mismo tiempo sublime. Besos Maty.
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