EL VIEJECITO

Divino hombre, precioso, pequeñito, en el fondo nunca dejó de ser un niño. Toda la verdad estaba en su ser, en su convicción no expresada de solamente vivir como cuando era un pequeñín: con la sonrisa a flor de labios, la mirada buena y tierna, sin falsedades ni cosas superfluas.  





No tenía rumbo, él era su propio rumbo. Él era su camino y su andar, vivía con él mismo sin cansancio. Sin importar que su espalda se haya encorvado, él se mantenía erguido en su ideología. Y esta ideología era sencilla, por lo mismo llena del valor de la autenticidad que tienen las cosas que no buscan más, que no quieren llamar ninguna atención: simplemente su ideología era él! Ser así, nomás.


La sencillez era su principal característica. Su mirar, el regalo más grande que te podía dar. Con una profundidad que te hacía sentir que muchos seres vivos sí que valen la pena. Era espontáneo. Decía poco, vivía mucho. 

Lo conmovía el canto de un pajarillo y la risa y llanto de los niños. Ayudaba a una ancianita a cruzar la calle como si él mismo no fuese un ancianito también, su edad no estaba en su joroba ni en sus actos. Su actitud a veces melancólica -al parecer- te llenaba de enigmas y también de muchísima ternura.


Si te preguntabas el por qué de su soledad, a ver qué respuesta podías encontrar porque él, él no se lo preguntaba jamás. No había una razón, simplemente era solitario y ya.


Hey! Cuidado! 

Solitario? Externamente! Quién podía decir que dentro de ese andar cansado no hubiesen mil mundos recorridos, ya que la imaginación es el límite?


Enigmático? Para ti que lo miras, para ti que lo has visto pasar y pasar, caminar y caminar con esa expresión en el rostro de quien no le debe nada a nadie, de quien está en paz con la vida, en paz consigo mismo.


No hubo ningún cambio en él a lo largo de su vida, era el mismo que de chiquitín ayudaba a un pajarito que se había enredado en el parque en un hilo que alguien dejó tirado por allí. El mismo que miraba azorado a los de su edad que jugaban a la pelota. Qué había en sus ojos? Júbilo, con gran atención miraba cada movimiento de ese balón que rodaba y las acciones de quienes participaban en el juego, cómo y quién se iba a adueñar de ese balón. Cuando los niños peleaban por querer todos tenerlo a la vez, él divagaba para después volverse a centrar en lo que era el juego. Su alegría interior se dejaba ver en el arqueo de sus cejas y en el movimiento de las comisuras de sus labios. Estaba frente a todo un espectáculo, algo increíble para él ese juego, ese balón en y esos niños.


Y así siguió siendo siempre: solitario y callado, parecía ausentarse de todo lo que hiciera ruido y gozaba su propia sencillez. 


Qué habría dentro de una mente de alguien con todas esas características? Lo que hubiera dado por saberlo! Parecía no haber nada que se entrometiera entre la vida misma y el canto de los pájaros. Parecía no haber más que vida, más que ternura (innegable ternura) que te hacía una y otra vez volver a sentir que había ese factor, ese pálpito que llamamos HUMANIDAD. 


Su mano arrugadita dejaba de temblar cuando de dar una caricia se trataba. Y si una lágrima mojaba su mejilla no parecía hacer mella en él. Seguía y seguía.


Su edad no se podía medir por el número de años de su presencia en el mundo. Simplemente, no tenía edad, y así vivía y vivía. Concentrado totalmente en su paso, en la nube que amenazaba lluvia, en las risas y los llantos ajenos, en las caricias que podía dar a quien se le acercara, quienquiera que fuese. 


Te tengo una noticia sensacional: él camina a diario, sin dejar pasar un solo día. Acaricia a diario, sonríe a diario y también alguna lágrima le moja el rostro... casi a diario. Lo puedes encontrar! Puede tocarte una de sus caricias, una de sus sonrisas, una de sus miradas llenas de amor, el verlo ayudando a los otros viejitos a cruzar la calle, ver sus ojos cuando pareciera vivir un gozo inenarrable muy, muy internamente. O será que su vida es un gozo inenarrable? Que la vida para él es más que quebrantos y zozobras? Que él no olvidó el amor?


Por favor te pido, te ruego, que estés siempre con mucha atención. No te descuides, podrías perderte de algo grandioso. Y si te llega a suceder, me encantaría saber tu impresión. Que me ayudaras a entender el enigma que hay en él. Si te toca uno, cualquiera de los gestos de amor que él tiene para darte, quizá veas lo que estoy viendo yo.



Ama y haz lo que quieras...


En el mundo aún hay mucho, muchísimo amor.


El amor está enfrente de ti, dentro de ti, a tu lado.


Mira, mira a este viejecito sin edad.


Ama... Ama. 



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Comentarios

  1. Como me hubiese gustado conocerlo Maty, reconocer la bondad en alguien es creer un poco más en la humanidad , tener esperanza en la vida, por eso cada persona que conocemos y cada experiencia que vivimos por pequeña que sea es importante, porque todo nos enriquece.

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  2. Cuantos viejecitos existen así, tiernos, con sabiduría, con mucho aún por dar. Es una tremenda satisfacción poder conocerlos. Besos

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  3. Maty
    Es como un dulce, el cual es delicioso. Un texto rico el cual nos lleva de la mano.

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