EL GRAN VIAJE!!!

Un año más papá, ya suman 14 y bien tenías razón: aquí estoy. Lo sabías, lo sabes. Besos a mi mamá, a mi mamita que adoro, que extraño tanto. Seis meses con ella allí, eh? Bueno, en el Cielo no hay tiempo ni espacio. Llegará nuestro día. SEAN FELÍCES!!! 


Hombre de aventuras, le tocó el viaje con llegada segura y con el mejor recibimiento que podría tener. Su ENCUENTRO CON DIOS. 







86 años tenía él cuando partió. Y muy cerca de cumplir 87. O sea que, viviendo sus 87 fue que un suplicio se lo llevó. Sí, fueron 45 días muy difíciles en los que ahora no quiero abundar porque mi deseo es CELEBRAR SU VIDA.


Nadie se va del todo, nadie. Es una despedida física que deja huella, igual que si hubiese tomado un vehículo para marcharse. Pero no hacía falta tal vehículo: sólo se fue su alma. Cuerpo, ropa, artículos, aquí se quedaron. Por eso la importancia del alma como lo trascendental, lo que queda y lo que va. Y nosotros, los que nos quedamos, debemos aprender a vivir con esa ausencia. Es otro estado, otra forma de vida eso de vivir y convivir con las ausencias. E increíblemente, así es que se quedan. Su forma de no "estar físicamente" constituye una nueva presencia. Hay unión de almas.


Mi papá Enrique hablaba de esto con extraordinaria frecuencia. Hablaba de la muerte en las sobremesas, en esas pláticas no largas, sino larguísimas! con que terminábamos a veces los domingos. Muchas, muchas veces. Con su radio al lado en onda corta intentando captar los resultados del fútbol español. Cómo habría quedado el Real Madrid! Y cómo el Zaragoza! Y en la época que escribía artículos en un periódico mexicano y también en uno español, todo lo narraba. Cómo recuerdo su "Biliario futbolero", y su despedida: "Por aquí nos leeremos, y a ver qué pasa..."


En fin, él tocaba el tema de la muerte, palabra a la que aún tememos tanto y que no queremos ni mencionar. Tocaba sus manos, sabía que estaban vivas y la sangre circulaba por esas venas ya tan marcadas. Le impresionaba que ese día, el del viaje, ya no sucedería más y quedarían frías e inertes. Lo hacía en un afan de recordar la realidad y no olvidar que es el destino de todos.  Pero mucho más le impresionaba el OLVIDO. "Nada somos", decía. "Te lloran tres días y después... Naaaa!" 


Un día, ya cerca de sus 80, de nuevo el tema recurrente y se habló de quién lo extrañaría más, quién lo echaría de menos. Me miró fijamente y señaló con el dedo delante de quienes estaban allí, y dijo "ella, Maty. Es la más sentimental". Caray Enrique, qué razón tenías: no hay un día que no te recuerde. 


No todo fue bueno a lo largo de una vida, como sucede en todas las familias. Lo importante es maximizar lo realmente valioso. .  Y a este hombre, a este español de Aragón, lo salvó siempre el amor. Nos amó a sus hijos profundamente.


En la vida era como un "Quijote" (lo decía él mismo), y luchaba por su verdad siempre. Equivocada o no, luchaba por ella. No trabajaba por trabajar, sino que le daba un sentido. Su prioridad: su familia, nosotros. Por supuesto, DIOS. 





Papá, te llevo y llevaré conmigo hasta el último instante. 



La vida es un momento nada más, hay qué vivirla. Comprobé que sí existe la FUERZA DE LA SANGRE. Lloré y también reí. Aprendí. Acepté los hechos, nunca me rebelé ante lo inevitable. Viví mi duelo. Sigo mi camino.


SER FELIZ ES LA MISIÓN. 




Comentarios

  1. Hermoso homenaje, me sentí muy identificada pues yo también perdí a mi padre hace muchos años. Un abrazo enorme. Besos.

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  2. somos huerfanas de lo que se fue
    Me has sencantado

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  3. Relato entrañable, uno siempre va a extrañar a los padres. Gran homenaje para el tuyo. Saludos.

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  4. your dad is a great man...
    love to read your story.

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