EL NIÑO Y EL CRUCIFIJO



Caminaba muy tempranito, como temprano llegaba el hambre cuando hace acto de presencia por el organismo de ese chiquitín que, como todos los días, sale a la calle en la búsqueda de algo que calme ese dolor de entrañas. Ah pero él alegre y feliz. ¡Bendita inocencia! No pasaba nada! Solamente había una necesidad qué satisfacer. Era fácil! Siempre conseguía algo. Buscaba y encontraba, no importaba lo que fuera. En el basurero siempre había alguien que había dejado allí su pan con jamón sin terminar, un pan que no le dio tiempo de acabar porque llegaba el autobús y lo dejaba allí para que después ese niño pudiera comer. Alguien a quien le parecía que esa carne tenía muchos hilachos, para este niño eran verdaderos manjares y, listo! Una vez conseguido saciar el apetito, ese dolor se iba y volvía su alegría infantil a tomar todo su ser y la aventura comenzaba, porque cada día era una aventura. Así como encontraba eso bien podía ver a un perrito haciendo lo mismo... Ese ser pequeñito de cuatro patas que no tenía más delito que TENER HAMBRE y que corría por allí siendo víctima de patadas y del maltrato del humano (humano?!) insensible que No RESPETA la vida.  Se hacía su amiguito por un rato.. corrían, jugaban... Después para ambos era difícil el adiós. A ese perrito lo encontraba casi todos los días y era una de sus más grandes ilusiones, a veces hasta el hambre pasaba a segundo término y era más el hambre de cariño. Qué alegría de los dos al encontrarse cada mañanita, hiciera o no frío, ellos brincaban y saltaban de una forma tal que pareciera que no había nada más en el mundo que la risa, que la satisfacción de una caricia, porque qué rico! Qué delicia sentir que su manita rozaba ese piel sucia y con algunos nudos pero con unos ojos que no podían engañar y regalaban solamente ternura, inocencia, amor del bueno. Los animalitos siempre brindan un amor incondicional, y este niño era tan chiquito que tenía el alma limpia a pesar de tantos tropiezos, de modo que el amor que ambos se daban era cristalino y sabrosito, como más no se puede. 


El mejor amigo


A veces ese perrito lindo lo seguía hasta donde podía, si es que el niño no se le perdía en la carrera por conseguir cartones, botellas, plásticos y todo aquello que pudiera vender para hacerse de unos centavos y poder pagar por el techo de cartón que le rentaba el "dueño de la cuadra", allí mismo donde había varias personas de diferentes edades que juntaban sus soledades y su vida sin explicación... Porque ¡No tiene una razón coherente una vida así! No tiene un cómo ni un por qué. Sólo es, y ya. 


Cuán diferentes son las circunstancias de los seres humanos, que llenas de contradicciones pueden llegar a presentarse de modo tal que uno no puede responderse el por qué de tanta sinrazón. 



                       El Crucifijo

Y un día en el andar, el niño mira fijamente una figura que llama su atención profundamente. Incluso había allí dos personas platicando, y tuvo la paciencia de esperar a que se retiraran. No quiso llamar la atención ante su hallazgo por miedo a que se lo "ganaran", se lo arrebataran. Era un crucifijo de madera. Único, emanaba algo que no pudo resistir al verlo al grado de tomarlo en sus manos, limpiarlo, darle los besitos más dulces y un sentimiento de ternura inmenso al ver a ese hombre que colgaba de los palos, ganas de protegerlo. Una lágrima salió de sus ojos pensando "quién, quién pudo hacerte esto, quién, por qué... De ahora en adelante yo te cuidaré, yo te daré abrigo, te convidaré de mi comida, nadie te hará daño ya, estaremos juntos por siempre".


Cuál es su sorpresa cuando escucha una voz tierna y pausada que le dice "sí, estaremos siempre juntos". 


- "Pero si es lo que yo acabo de decir"... 


-"Y te lo digo yo también. Si nos hemos encontrado es para no separarnos. Si tú no me dejas, yo también te cuidaré a ti".


El niño ahora tenía otro amigo además del perrito. Y se lo presentó con singular alegría, le dijo "mira amigo, mira lo que me he encontrado, y tiene mensajes"


-"Sí, habla! Este señor de la cruz habla! Ahora caminaremos siempre con Él!"


Lo cuidaba como a su mayor tesoro. Hasta el perrito parecía haber captado ese mensaje especial y lo miraba volteando su cabecita para un lado y para el otro, como admirado de su presencia. 





Así pasaron los días, con una alegría inenarrable sin importar el frío, ni el calor, ni la lluvia. Tenían como techo el Cielo, como casa sus brazos para cobijarse, su amor inmenso para mantenerse así, en ese mundo de sobresaltos, sin apenas sentirlos. Porque la alegría manaba de lo más auténtico, porque esa era la alegría verdadera. 

                   *******

El niño a veces encontraba el crucifijo sin el hombre de los clavos, pero inmediatamente escuchaba es dulce voz diciéndole "siempre estaré contigo". Llegó a acostumbrarse a eso, y se convirtieron en los más grandes amigos que jamás pudieron existir y transitaron por la vida hasta su final, en el que aparece una luz jamás imaginada y los tres se encuentran en el reino.


No quiere decir esto que la vida haya sido fácil. Pero sí quiere decir que el niño vivió con una alegría que ya quisiera cualquiera.  No quiere decir que no hubo enfermedades ni algunas lágrimas, pero sí que con esa verdad por bandera TODO ERA MEJOR.


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Si en tu interior habla una voz de una manera muy íntima, házle caso! Que total la vida es un minuto nada más, que total no define tu destino ni la cuna en que dormiste ni el calzado que utilizaste, ni las viandas que te alimentaron.  

DEJA QUE TUS MINUTOS SEAN MARCADOS POR EL MÁS GRANDE DE LOS AMORES. 



GRACIAS JESÚS POR RESUCITAR UNA Y OTRA VEZ, TE REGALO MI VIDA, YA QUE TÚ ME REGALASTE LA TUYA. 



                  



Comentarios

  1. Que hermoso Maty, siempre me sorprendes con historias tan reales y tan inmensas que leerlas me produce un montón de sensaciones. Gracias. Besos.

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